jueves, 14 de mayo de 2015

BALADA DE TERESA DAGER

No hubo mujer bajo estos soles
como Teresa Dáger:
mitad cedro, mitad canoa.
 Era bella, inclusive, al despertarse
y después de comer ese pobre trigo
 nativo.
En las esquinas, a su paso,
 hombres sudorosos
 interrumpían las liturgias del comercio
y maldecían la muerte.
Era una forma ansiosa.
Procedía de una furia vegetal.
No la salvó tampoco su belleza.
Ahora, a los 80 años,
a diferencia de otras que fueron feas y
 felices,
Teresa Dáger sueña sola en el piso quince,
 rodeada de zafiros derrotados.
Y solo piensa en ese arriero de Aleppo
que el 7 de Agosto de 1925
 la miró con ganas y en silencio
 tres segundos antes que su padre

 la enviara al destierro de la trastiend

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