sábado, 16 de mayo de 2015

ARENGA DE LAS MUJERES NECESARIAS

Ah, necesarias para vivir y morir, con sus aguas rezadas.
Antes de llegar, ellas mojaban de cantos todos los asaltos,
los días con sus cejas veloces,
el mayor misterio con su gestión de penumbra.
Anchas, siempre.
Como de plaza o establo, como de río.
Muchos deseos de noche a su tercer labio,
besos mundiales a sus modos montunos.
Vastas, siempre.
Deidades de teta agreste y alma compañera.
Con las espaldas caídas
como tronos milenarios.
Violentas para morir, en la cruz de los mercados.
Y la salud de sus proverbios:
bestias lentas exigiendo carne y viento.
Buenas, siempre.
Locas libres para hacer de los respiros
otra conversación intensa,
para portar el río en la mirada,
ordenar los gastos de cielo,
para fundar en el hombre último
el primer niño.
Necesarias.
(a Carmelita Millán)

No hay comentarios:

Publicar un comentario